El 9 de julio de 2002, es decir, hace más de 11 años y de cara a las elecciones de 2004, el Tribunal Electoral patrocinó con la Fundación de Ética y Civismo, un Foro denominado igual que el que nos reúne en el día de hoy: Ética en la Política. En el acto participaron Rubén Arosemena Valdés, en su condición de legislador y presidente de la Asamblea Legislativa; José Woldemberg, presidente del Consejo General del Instituto Federal Electoral de México, y Julio María Sanguinetti, dos veces presidente de la República Oriental de Uruguay. No puedo dejar de compartir con ustedes un extracto de esas intervenciones porque son un excelente complemento a lo que vamos a aportar hoy aquí. Al concluir esta sesión, les voy a distribuir el folleto que contiene las tres intervenciones completas. De Rubén Arosemena extraigo lo siguiente: “Ética y Política son, pues, dos caras de una misma moneda. Son facetas de la actividad humana que pueden y deben propender a la buena vida y a la buena ciudad. Son parámetros para alcanzar el punto medio, el orden, en la dinámica vital de la humanidad. No se puede lograr de forma sostenida una buena vida en un entorno caótico o corrupto y no se puede lograr un buen gobierno si los ciudadanos no son virtuosos. Si no estamos conformes con nuestra realidad y concretamente con nuestra vivencia política, la solución no es ignorar, rechazar ni huir de la política. La forma de alcanzar el bien común es a través de la participación en la política, pero no basta que participen los muchos, también tienen que participar los mejores. Cuando los mejores son muchos, la ética y la política producen el bien común.” De José Woldemberg resumo: “La ética, según la noción de Max Weber, puede desdoblarse en ética de la responsabilidad y en ética de la convicción. Quien actúa a partir de la ética de convicción, lo hace de cara a aquello que piensa y asume como “lo mejor”, ante sí y para sí. Pero no necesariamente de cara a las repercusiones que sus actos puedan tener para el resto. En cambio, la ética de la responsabilidad lleva a moderar la convicción. Es decir, la ética de la responsabilidad tiende a asumir dos dimensiones que la pura ética de la convicción no requiere: la existencia de los otros y las derivaciones de una acción. Woldemberg nos dio un ejemplo que le pareció inmejorable para exponer cuál es la diferencia entre ética de la convicción y la de la responsabilidad, y que tomó de un texto de don Julio María Sanguinetti, el otro conferencista en aquel acto.Cuenta Sanguinetti, que en 1985, al inicio de su primer período presidencial, luego de la dictadura militar, el parlamento concedió la amnistía “no solo a los presos políticos y a los que estaban detenidos, sino también a los que fueron perseguidos por cometer atropellos contra la democracia antes de 1973: las guerrillas de los Tupamaros”. Sanguinetti –nos dijo Woldemberg- no era partidario de la amnistía general y su posición era que la misma solo la merecían los primeros y no los segundos que habían cometido “hechos de sangre”. Tenía la capacidad constitucional de vetar la disposición legal. No obstante, Sanguinetti razona y escribe en sus memorias: “Para cuando el parlamento votó abrumadoramente por la amnistía general volví a pensar el asunto y me di cuenta de que vetar la ley haría sentir excluido a un grupo importante de gente y que en definitiva era mejor conceder”.De acuerdo con su convicción interna, individual, Sanguinetti debía vetar la ley y oponerse a la amnistía general. No obstante, sopesando las derivaciones que conllevaría hacer realidad su certeza, prefirió optar por asumir la responsabilidad y modular su convicción.Del expresidente Sanguinetti comparto: “Hoy nos encontramos con una aldea global intercomunicada por la televisión, por la internet y por la información en tiempo real que desborda las fronteras, con empresas multinacionales que,……están profundamente afectadas por fenómenos de corrupción y necesitadas también de un fuerte pensamiento ético.Estamos hablando de las más grandes empresas del mundo, desde ENRON hasta WorldCom……bueno, engañan al fisco y maquillan balances, y actúan más allá de todos los códigos éticos. Ahí aparece entonces el hombre político, sometido a todas las presiones y a todas las angustias del poder. Sin ninguna duda, obligado a mantener una conducta moral adecuada a los principios clásicos de la honestidad personal. Es un compromiso muy difícil, siempre lo fue. Sanguinetti cita a De la Torre, un viejo político argentino, un hombre de mucho espíritu de lucha, quien dijo una vez. “El día que me lancé a la política entregué mi moral a los perros”. Pero frente al político, está la gente y ahí nos encontramos con que el compromiso de la ética no es sólo el compromiso del político, es el compromiso del ciudadano. Ese ciudadano al que a veces le gusta ser sólo consumidor y reclamar. Siempre insatisfecho, porque el consumismo de nuestra época hace que siempre estemos insatisfechos y siempre habrá algo más que consumir. No se es ciudadano sólo el día de votar, sino el día en que se participa de una fundación sobre Ética y Civismo para discutir, o se participa de una iglesia o se participa de un partido político o se participa de un sindicato o se asume el compromiso de una actividad profesional y se ejerce también ese ejercicio público constante y permanente que es deber del ciudadano.” Sanguinetti concluyó su intervención hace más de11 años citando a Fernando Savater y por cuestiones del destino, Savater va a venir a Panamá a dar una charla magistral el 18 de marzo sobre la Ética. La actividad se llevará a cabo en el Domo de la Universidad de Panamá en Curundú. Debemos hacer un esfuerzo para no perdernos esta oportunidad de escuchar a uno de los escritores y filósofos más prominentes a nivel mundial. Para Savater, la ética no contiene una receta de principios y valores que uno debe seguir, sino que en la práctica es el reflexionar sobre las decisiones que debemos tomar y los motivos en que nos basamos para adoptar esas decisiones. Es, por lo tanto, una tarea muy personal, muy íntima. Si queremos actuar y vivir con ética, debemos acostumbrarnos a pensar, a reflexionar antes de tomar decisiones, y no a actuar por reflejo o rutina, salvo, por supuesto, aquellas conductas que son meramente repetitivas, que dicho sea de paso son la mayoría de nuestras conductas diarias. Analicemos cuántas horas pensamos realmente al día. Son muy pero muy pocas. Uno de los máximos exponentes del conductismo en EUA, el sicólogo B.F.Skinner, decía que el día que él llegaba a pensar 4 horas, quedaba literalmente exhausto, y que al día siguiente pagaba las consecuencias porque no tenía el mismo rendimiento. A ese extremo hemos llegado de no pensar. Savater escribió sobre ética pensando en los jóvenes que no tenían ni tienen todavía textos adecuados para la enseñanza de la ética, que es fundamental para la formación de todo ser humano porque el propósito de la educación es enseñar a los estudiantes a pensar, a saber reflexionar, y a saber dónde está la información que deben buscar para tomar buenas decisiones, decisiones sensatas. Pero ya sabemos que lamentablemente, el sistema educativo, a nivel mundial, en su inmensa mayoría, es calificado por sus respectivas sociedades como deficiente. La tradición es que nos obligan a memorizar más que a pensar, y jamás a cuestionar al maestro o profesor.¿Cómo podemos desarrollar una ética en nuestra vida si no nos han enseñado a pensar? Por algo Einstein popularizó la frase: “Imaginationis more important thanknowledge”. Tener conocimiento y no saber qué hacer con él por falta de imaginación, de poco nos sirve; pero una persona con imaginación y poca información, puede hacer maravillas. Ahora bien, lo lógico es que al pensar y reflexionar sobre una decisión que debo tomar, voy a pensar en mi bien, en mi interés por el egoísmo natural del ser humano. Pero ¿hasta dónde debo llegar si quiero actuar con ética? Es ético que yo, luego de pensar y reflexionar sobre una decisión que debo tomar, decida que el fin justifica los medios y no tenga ningún tipo de escrúpulos?, importándome un bledo con la ley,los valores y principios que deben guiar la conducta de un ciudadano respetuoso de las leyes, el derecho ajeno y las instituciones? Cada uno tiene su interpretación de hasta dónde se atreve a llevar su conducta en sociedad y todos podrían decir que actuaron éticamente porque reflexionaron y pensaron antes de tomar sus decisiones, las cuales responden a su propia escala de valores, totalmente egoístas; pero aquí viene la paradoja: siendo la ética algo muy íntimo tiene responder a tu propia conciencia pero en ella te enfrentas a la moral que rige tu vida, quieras o no. Pero nuestros límites van a variar si vivimos en una sociedad permisiva, del juega vivo como decimos en Panamá, porque según esa filosofía pendejo es el que cumple la ley si sabe que no lo van a agarrar.Hay un juego de preguntas para poner a prueba nuestros principios y valores. Una de ellas es: ¿Robarías un banco sabiendo que no te agarrarían y nadie se enteraría? ¿No robas porque es delito robar y tú respetas las leyes, independientemente de si te agarran; o no robas porque si te agarran vas preso? ¿Cuáles son los valores que guían tu conducta? Otra pregunta del juego. ¿Por cuánto dinero matarías a unos gatitos recién nacidos pasándole una podadora de jardín por encima? ¿Es el dinero lo que te mueve a ejecutar actos crueles? O ¿No ejecutas actos crueles por el simple hecho de que son crueles y tú rechazas la crueldad, sin importarte el dinero que te ofrezcan?Se los dejo como interrogantes. Si bien la ética no tiene una receta, los principios que deben sustentar nuestras decisiones deben estar orientados a tomar en cuenta el bien común porque vivimos en sociedad y como dice Savater: “La reflexión ética pretende ayudarnos a entender cómo podemos ayudarnos los unos a los otros a convivir mejor, a disfrutar de la mejor vida posible”. La vida en sociedad conlleva no solamente el ejercicio de derechos, sino que entraña obligaciones y responsabilidades frente a los demás. La ley nos impone unas, y la conciencia y nuestra moral nos impone otras. La política tiene muchas definiciones, pero algunos la definen como el arte de lo posible; pero en esa negociación por lograr lo posible, de igual manera estoy obligado moralmente a actuar con ética, pensando en las consecuencias de mis actos para con los demás y el bien común. Porque, definas como quieras a la política, al final todas las definiciones coinciden en que es una actividad cuyo fin es el bien común; y si mis actuaciones éticas individuales deben tener en cuenta el bien común, no debe haber Política sin Ética. Están unidas inexorablemente para las personas cuya vida está guiada por la ética. Ahora bien, sabemos que hay una gran diferencia entre el deber ser y el ser, entre cómo deberían actuar las personas y cómo realmente actúan. Y de ahí surge la necesidad de recordarnos de los valores que deben guiar nuestras actuaciones, y hablando de cara a las próximas elecciones, de ahí surge la necesidad de que votemos con ética, es decir, reflexionando sobre las razones en que me voy a basar para escoger mis diferentes candidatos. Hay que propiciar el voto consciente, el voto informado, basado en lo que más le conviene al país, a mi comunidad, y por último, a mí. Hay que hacer campaña para estimular a los electores, para que no vendan su voto ni voten en base al candidato que más propaganda tiene. Solo ejercemos el sufragio cada cinco años, y debemos ejercer ese sagrado derecho pensando en el candidato que Panamá necesita. La realidad es que la mayoría de los electores no tienen contacto personal con los candidatos y se dejan llevar por razones emocionales o influidos por la propaganda, por el marketing político. Se vota por el que proyecta mejor imagen; o por el partido al que pertenece; o por si es gobierno u oposición; es decir, uno busca algo con qué identificarse con el candidato, y no es fácil.Por eso en los circuitos plurinominales, casi la mitad de las personas históricamente han votado plancha para elegir a los diputados: porque no conocen personalmente a los candidatos. Ahora con el voto selectivo que nos permite solamente votar por un candidato, hay que saber cómo orientamos a los electores a buscar criterios éticos para seleccionar a ese único candidato. Es un hecho que los valores de nuestra sociedad están en crisis pero esa realidad no debe solamente frustrarnos sino servir de motivación para hacer algo al respecto. También vivimos tiempos de muchos cambios y por lo tanto de inestabilidad. De acuerdo con el presidente de Google, Eric Schmidt, cada dos días los seres humanos crean tanta información como la creada desde el nacimiento de la humanidad hasta el año 2003. Hoy día, dos tercios de los seres humanos están conectados al internet y hay más celulares que personas en el planeta. Al mismo tiempo, el poder de la computación se dobla cada 18 meses y en la próxima década veremos una máquina que tendrá el poder de procesamiento del cerebro humano. Por su parte, Jorge Soto[2] de México, nos dice que: “Nunca hemos experimentado tantos cambios dramáticos que están alterando nuestras relaciones sociales, transporte, educación, economía, comercio privado y conocimiento, al mismo tiempo. Sin embargo, la política se ha quedado básicamente igual por los últimos 100 años. Somos ciudadanos del siglo 21, tratando de comunicarnos con instituciones del siglo 20 que están minadas por procesos e ideas del siglo XIX. Nada crece más rápido que las expectativas, y por eso es que los cambios sutiles o microscópicos no son suficiente: necesitamos rediseñar estructuras. Cómo podemos hablar de democracia- nos dice Soto- cuando la clase política es en muchos países la clase menos confiable.” Concluyo con que todos tenemos un rango de influencia sobre las personas que nos rodean, y de aquí al 4 de mayo, tenemos el deber de propiciar el voto por los candidatos que han demostrado que como políticos y/o ciudadanos tienen ética, y a ese efecto, están al margen de la corrupción y han actuado por el bien común.Muchas gracias. [2]1 Jorge Soto es el Subdirector Gral de Innovación Cívica de México, a cargo de la Coordinación de la Estrategia Digital Nacional, adscrito a la Oficina del Presidente Enrique Peña Nieto.