Con 30 años de labor en el Tribunal Electoral, este funcionario reconoce la importancia de ser un servidor íntegro e independiente. Aminta BustamanteAl panameño le gusta la política. Eso no tiene discusión. Cada cinco años, el país entero se envuelve en la abrumadora dinámica de las elecciones: la guerra de campañas políticas, los candidatos, las encuestas y el análisis del voto. Poco se sabe de los panameños que, alejados de las cámaras de televisión, y de las portadas de los periódicos hacen una labor “de hormiguita” para garantizar un proceso electoral digno de una democracia. Son panameños “de a pie”, que casi nunca reciben aplausos. Ricardo Callender es uno de ellos. Hace 30 años llegó a laborar al Tribunal Electoral (TE) con el anhelo de servir a su país en busca de una plena democracia, a pesar de que cuando empezó a trabajar se vivía bajo el régimen dictatorial. “Siempre soñé con servir a mi país desde que estaba en el cuerpo de disciplina del colegio y en los boy scouts”, recuerda este funcionario de 58 años de edad. LARGAS JORNADAS Corría el año 1984, cuando en marzo, Callender empezó a trabajar como inspector electoral. Estrenó su cargo en las controvertidas y violentas elecciones de mayo de ese año, cuando se eligieron a legisladores y al presidente de la República. En ese proceso, Nicolás Ardito Barletta se sentó en la silla presidencial en medio de señalamiento de fraude por la oposición. En junio de ese mismo año, durante la celebración de las elecciones para alcaldes Callender fue ascendido a supervisor electoral. En 1986, el país todavía no respiraba la democracia. A Callender lo trasladaron al departamento de Asesoría legal del Tribunal Electoral. En ese cargo le correspondió, por ejemplo, preparar toda la documentación electoral de los comicios de 1989 de acuerdo a las leyes vigentes de esa época. “Una larga jornada electoral”, rememora. Aquella elección la ganó ampliamente Guillermo Endara, pero el Tribunal Electoral las anuló y el dictador Manuel Antonio Noriega terminó convirtiéndose en jefe de Estado. LOS RIESGOS En 1992, Callender fue enviado a la ciudad de Colón para colaborar con el referendo de 1992 que consultaba a los electores sobre las reformas constitucionales que impulsaba el presidente en aquel entonces Guillermo Endara (q.d.e.p) (1990-1994). Esas reformas buscaban la eliminación del ejército de Panamá. El anuncio de alarma de una bomba en la sede del Tribunal Electoral en Colón rompió la tranquilidad de las votaciones. “Desalojé parcialmente las instalaciones pese a que había una capacitación de la transmisión oficial de los resultados de las elecciones. Ese día verifiqué toda la sede solicitando a los funcionarios salir, fui el último en abandonar… en efecto las autoridades confirmaron que había una bomba”, señaló Callender. Los que conocen su trabajo en la institución electoral narran que meses antes de las elecciones de 1994, Callender, junto a varios de sus compañeros, tuvieron que introducir manualmente todas las postulaciones a legislador del país. ¿La razón? el sistema electrónico las había rechazado. “Si no se hubiesen dado las postulaciones manuales para legisladores esa vez, no habría habido elecciones… ardua y agotadora labor”, explica. VOCACIÓN DEMOCRÁTICA Caída la dictadura militar en 1989, las aportaciones de Callender a la democracia del país serían ampliamente escuchadas y debatidas en lo que hoy se conoce como la Comisión Nacional de Reformas Electorales (CNRE), ente el que participan partidos políticos, trabajadores, empresarios, iglesia, y el TE, entre otros. Asesoró en 1992 la primera CNRE. Es en esa ocasión cuando, por ejemplo, propuso que se hiciera una sola acta de las mesas con copia en papel carbonizado, debido a que antes las copias y las originales estaban individualizadas, lo que promovía el fraude y cambio de resultados. “Sugerí y diseñé las actas indivisibles en un solo pliego de papel y con su copia carbonizada, esto fue producto de lo que percibí en las elecciones anteriores”, cuenta. También abogó por la boleta única de votación, la cual se usó por primera vez en las elecciones de 1994, donde se alzó con el triunfo presidencial Ernesto Pérez Balladares (1994-1999), abanderado del Partido Revolucionario Democrático. La historia de su trayectoria, aporte y vocación lo demuestran los libros, fólders con boletas de votaciones y actas, que guarda celosamente en los archivadores de su oficina en la nueva sede del Tribunal Electoral, en Ancón. Quienes lo conocen aseguran que es un hombre comprometido con su labor. “Muy buen funcionario… aquí todos quieren que él les dicte charlas sobre reglamentación electoral”, señaló uno de los magistrados del Tribunal consultado para esta publicación. “Él se merece la entrevista… es una buena persona”, exclamó su secretaria, el día que se desarrolló la entrevista para esta entrega. JÓVENES Y EL FUTURO Por estos días, Callender no solo asesora a la CNRE, que se instaló formalmente el pasado jueves. También tiene la misión de dirigir congresos y exposiciones sobre sistemas electorales a estudiantes, partidos políticos y a los mismos funcionarios del TE. “Una experiencia fascinante”, dice sonriente. Al día de hoy, su mayor satisfacción son sus aportes a la CNRE y ser la guía de jóvenes que en su momento tendrán en sus manos las riendas de la democracia del país, manifestó. “Trato de brindarles información innovadora y clara que les apasione para que se interesen en los temas electorales… existe una juventud con deseos de entender estos procesos”, argumenta.Como asesor del TE señala que no tiene cabida para tener amigos entre los políticos. “Hay que serlo y parecerlo”, sostiene Callender, quien señala que ha tenido que separarse de amistades como de algunos diputados. Lo hace porque prefiere no ver comprometida la integridad de la institución. No en vano conoce como pocos los entresijos de la política local, esa que desata grandes pasiones.